Oxígeno
De los templos que llevo en mi alma
en la escasez constantes y terrible de un recuerdo árido,
interminable y doloroso
de un tiempo donde la vida podría haber sido incluso más bella
y tranquila que me permitiese soñar con otro día,
que aunque sólo utópico,
yo insisto en ver tras la tormenta
contenida en este ocaso de mi vida;
yo sostengo la mortaja y la poco a poco estoy tejiendo,
me gustaría si pudiera ser Penélope,
pero la noche no viene, y el trabajo cada día se hace más completo,
a ser mi último refugio, el definitivo.
Entre la dolorosa realidad y el sueño difícil de alcanzar,
el mundo pasa y cada nueva caída,
más frágil tiento levantarme con dificultad.
Las mías piernas no se ajustan
con la mayor seguridad que necesitan y sólo el sueño,
aunque sin esperanzas
oxigena el alma...
marcos Loures
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